martes, 1 de junio de 2010

Entre aquí y allá

Hoy me he dado cuenta que tengo la cabeza en Saturno.

He confirmado que, el cáncer afecta a más cosas que al propio cuerpo. Bueno, eso ya lo sabía, pero con el paso del tiempo, lo voy reconfirmando.

Las emociones, los afectos, las tristezas, la esperanza, los pensamientos, todo, lo que no es "materia" está afectado. Al menos en mi, que soy nueva en emociones a flor de piel.

Siempre he sido fuerte, segura, independiente (esto no me canso de repetirlo) y de pronto, ahora siento que soy todo lo contrario.

Una gran amiga me dijo el otro día, que estoy diferente. Que tengo más la ternura a flor de piel y que eso le gusta de mi. Yo estoy convencida que siempre he sido tierna, solo que hubo algún momento de mi vida en el que, por circunstancias, me volví más dura.

Pero en mi defensa tengo que decir que si así fue (creo que sí) ha sido por pura supervivencia. Estaba sola en un país que no era el mio y mi trabajo es en un mundo de hombres, así que un día, sin saberlo, me endurecí.

Y lo que es peor que eso, dejé de sonreír. Y esto es algo que necesito recuperar urgentemente.

Con este nuevo estado emocional, y arruinada económicamente (porque era autónoma y el cáncer no respetó...ni eso), he decidido que ya que tengo que, volver a empezar...que sea en mi casa, en Buenos Aires.

Así que estoy con las emociones alteradas, con mucha necesidad de cariño y protección y a primero de julio, y por eso me voy para Argentina.

Esta situación puede parecer estupenda, pero estoy aterrada. Llevo 22 años viviendo en España, esta es mi casa pero aquí no está la familia. Y después del año que he vivido por el cáncer, no quiero dejar pasar ni un minuto de mi vida, sin los míos.

Pero como se puede uno olvidar un lugar en el que ha vivido casi media vida?

Pues no tengo ni idea, por eso lloro todos los días mientras embalo en cajas sin destino...mi vida de las dos últimas décadas.

Estoy aterrada y feliz. Enfadada y agradecida. Triste y emocionada. Estoy tantas cosas diferentes que a veces me olvido lo importante. He superado un cáncer, sigo viva, la vida es corta y yo, tengo que disfrutarla.

Pero aún no he podido comenzar a disfrutarla. Y me da rabia perder el tiempo.

El tiempo fue lo que más me hizo llorar cuando me dijeron que tenía cáncer. Lloré semanas pensando que, no sabía cuanto tiempo de vida tenía y yo...había perdido el tiempo.

Lloraba y preguntaba porque uno no sabe vivir. Porque uno se preocupa por cosas que no son importantes. Porque la vida es así. Y cuando me dijeron que el cáncer estaba localizado, y que tenía un 80% de posibilidades de vida, me dije que no volvería a perder el tiempo.

Pero como uno tiene poca memoria, hoy sigo sin saber usarlo y lloro porque me cuesta irme de España.

Y hoy me he dicho, tengo que recordar, tengo que recordar, tengo que recordar.

Y tengo que recordar que he superado un cáncer, que la vida es corta, que tengo que ser feliz, que tengo que soltar el ancla y navegar, que quiero estar con los míos y que la vida da muchas vueltas y tal vez pronto, vuelva a pasear por las calles de mi querida Madrid.

Pero lo más importante, tengo que recordar que estoy viva!!!.

Independientemente de donde viva, aquí o allá, estoy viva.

viernes, 12 de febrero de 2010

Un pacto

Señoras y señores, el día 10 de febrero ya ha pasado.

He visto a mi querida oncóloga (debo tener algún síndrome raro con ella...pero es un encanto de persona y por supuesto de profesional) y me ha sonreído, felicitado y luego ha dicho...las palabras mágicas.

Cogida de la mano de mi amiga Gema, escuché a la doctora decir: "Kris todo está bien, hasta dentro de un año, no tienes que hacerte más pruebas. Sólo hazte una analítica en julio para ver los marcadores tumorales y ya está".

Me dio dos besos, hablamos de Argentina porque ella está casada con un argentino y me dijo que me deseaba lo mejor.

Desde el principio de esta historia, hemos tenido una conexión especial. Tal vez puede haber sido porque ella está fascinada con mi país o porque hemos tenido química, pero siempre nos hemos sentido muy cómodas la una con la otra.

Nos hemos reído, me ha dicho que soy "muy salá", y a veces...que "estoy como una regadera".

Pero siempre, incluso en las etapas más duras Eva ha tenido una sonrisa, una palabra de cariño, y muchas veces, me ha dado un gran abrazo para tranquilizarme.

Esto en cuanto a lo humano, y en cuanto a lo profesional es excelente. Siempre he tenido de ella una respuesta clara y segura y yo, se lo agradezco.

Esta enfermedad es muy dura y si encima no tienes la gran suerte que he tenido yo de tener una excelente oncóloga, supongo que sería más difícil.

Por eso yo estoy muy feliz estos días.

Antes de despedirme de mi doctora le dije "recuerda que tú y yo tenemos un pacto.".

Ella me miró con una gran sonrisa y puso cara de...no recordar. Y yo agregué "dijimos que el cáncer no volverá verdad?". Y con mucho cariño me dijo "si, hemos hecho un pacto".

Y así nos despedimos. No sé si volveré a verla porque no sé donde viviré este año, pero si vuelvo a verla, sabré que estoy en buenas manos.

Y como los pactos no se rompen, grito a los 4 vientos que ESTOY SANA y voy a disfrutar de la vida.

martes, 2 de febrero de 2010

5 palabras


Este año lo empecé muy feliz.

Brindé el 31 de diciembre junto a mi familia y lo pasé muy bien, alejada de problemas, enfermedades, inviernos, etc.

Allí estaba, en el paraíso.

Pero como tiene un final, tuve que volver. Pensaba quedarme 15 días pero me quedé casi un mes, en el fondo no quería volver porque eso significaba, pasar el primer control médico. Y por lo que había escuchado, ese momento...daba mucha angustia.

Regresé el 27 de enero y el 28 ya me hice la granmagrafía ósea y la radiografía de tórax. El viernes 29 los análisis de sangre. Y ayer las mamografías.

En medio de esto tuve cita con la psicóloga y oh sorpresa...en cuanto comencé a hablar...no paré de llorar.

Conté que sólo me sentía bien con mi familia y que no sabía que me deparaba ahora la vida.

Ella me dijo algo muy sencillo "...tienes que VIVIR" pero eso me produjo una gran tristeza.

Porque no es fácil retomar la vida después de un año luchando contra el cáncer.

No es fácil saber que camino tomar, porque el año ha sido muy difícil y mi rutina durante ese período fue del hospital a casa. Y al revés.

En breve tendré que olvidarme de eso para comenzar o retomar lo que dejé el pasado 23 de febrero de 2009, día que me dijeron que tenía cáncer de mama. Pero la vida sigue y ayer mi hice la última prueba médica de mi primer control.

Me fui sola al hospital a hacerme la mamografía. Estaba tan nerviosa que tenía cita a las 18.20 pero desde las 16.00, estaba sentada en el sofá de mi casa, con el abrigo puesto y el bolso colgado del hombro viendo la tele y la hora no se me pasaba más. Entonces decidí ir antes.

La ansiedad me estaba matando y llegué al hospital con una hora de antelación.

Allí me hicieron la mamografía y con miedo le pregunté a la enfermera, una vez finalizado el estudio...como habían salido.

Me contestó que bien pero que esperara porque me vería una doctora.

En ese momento, me quedé sin aliento durante unos segundos y no sabía si eso era bueno o malo.

Se supone que el 10 de febrero mi oncóloga me daría todos los resultados del primer control y esto de que me viera una doctora ayer no estaba previsto y me preocupó.

Me pasaron a una consulta pequeña, me dijeron que me sentara en la camilla y que esperara.

No sé si esperé 5 segundos, minutos o 5 horas, el tiempo no existía, sólo escuchaba como mi corazón latía de prisa y marcaba el tiempo entre mi angustia y la respuesta médica.

Y me puse a llorar pero no quería que me viera así la doctora. Así que sentada en la camilla, con los pies colgando porque no me llegaban al suelo, empecé a hacer respiraciones profundas para tranquilizarme.

Sólo lo conseguí cuando recordé algo que le dije a mi sobrina querida al despedirme en Buenos Aires.

Paula mi sobrina lloró mucho cuando nos despedimos y me dijo "tía no quiero que te vayas". Y yo le dije "tu tía volverá pronto y estaremos juntas mucho tiempo, y no tienes que llorar. Cuando te acuerdes de mi, recuerda los momentos en los que nos reíamos tanto porque el cocinero japonés le ponía azúcar a los fideos".

Y se rió mucho, porque ese momento fue muy divertido. Veíamos juntas un programa de cocina moderna y cuando el chef oriental, con acento argentino le ponía azúcar a los fideos yo empecé a decir muchas tonterías y mi sobrina reía a carcajadas. Siempre nos reímos a carcajadas, nos gusta reírnos, es el sello de mi familia...la risa.

Así que en la camilla, recordé yo ese momento y sonreí.

En ese instante entró a la consulta una doctora muy joven y muy rubia.

Me miró y creo que vio el pánico en mis ojos porque lo primero que me dijo fue "las mamografías están bien, hay cambios post quirúrgicos pero es normal".

Yo, imagino que con cara de pena le dije "Gracias, es una buena noticia". Y ella agregó "sí lo es, y mucho más despúes del año tan malo que has pasado. Así que ahora ala...hasta el año que viene". HASTA EL AÑO QUE VIENE.

Cinco palabras que me provocaron demasiadas emociones. Hasta el año que viene significa que durante un tiempo no tendré que preocuparme por el cáncer aunque en el fondo tengo que aprender a vivir sabiendo que esta enfermedad es muy puñetera pero no a obsesionarme con ella ni con los controles que tendré que hacerme.

HASTA EL AÑO QUE VIENE. Significa que tendré que aprender a vivir por períodos cortos o como se dice siempre, el futuro no existe y lo que importa es el presente.

Y con esa frase retumbando en mis oídos, me vestí rápidamente, salí casi corriendo del hospital y fue pisar la calle y largarme a llorar.

Lloré durante una hora, en el metro, en la calle, en todos los rincones por los que pasé, lloré.

El 10 de febrero tengo cita con mi oncóloga y será ella la que me dirá el resultado final de mi primer control. Pero por lo que me han dicho ayer: "HASTA EL AÑO QUE VIENE" parece que todo va a estar bien.

Hoy fui a mi médico de cabecera, una mujer estupenda y muy cariñosa y me dijo que en breve me dará el alta médica.

Y todo esto que es bueno me ha generado una angustia desconocida. Y vuelta a llorar.

Tengo que volver a hacer mi vida normal y ya no recuerdo como era.

Tengo que volver a trabajar pero ya no sé si quiero hacer lo que hacía antes.

No sé que tengo que hacer y no sé que decisiones tengo que tomar.

No sé si quiero vivir en Madrid o en Buenos Aires.

Hay muchas cosas que no sé, pero ojalá pronto se diluyan las lágrimas y me deje ver el hermoso camino que sé que tengo por delante.

Ese camino es la vida y yo, no quiero bajarme de ella. Pero ahora, no sé como hacerlo.

Pero sé que lo descubriré. Sabré elegir el camino que me haga más feliz.

Porque lo único que se, es que estoy viva, he pasado momentos muy duros, pero sigo aquí, soy fuerte, y sólo tengo que darme tiempo y espacio para llorar. Y llegará un instante en el que diga VALE, ya está. Ya has llorado, ahora, a seguir viviendo.

Hay muchas cosas que no sé, pero lo que sí sé es que me han sonado muy bien esas 5 palabras!!!.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Volando...

En 4 días...estaré volando hacia Buenos Aires.

La loca e irracional idea de irme, sin pensarlo...comenzó la semana pasada cuando estaba charlando con la psicóloga.

Me puse a llorar mientras le contaba que llevo semanas muy triste y que estas navidades me estaban amargando la existencia.

Le conté que intentaba OLVIDAR que es navidad, no darle importancia a los anuncios sensibleros, ignorar las luces de la calle, pero me resultaba difícil.

También le conté que agradecía las preguntas de los amigos de "donde lo vas a pasar? ya sabes que puedes venir a casa" pero que no pensaba hacer nada, porque mi espíritu navideño había desaparecido.

Como algo positivo le conté que, de tanto tratar de no pensar que es navidad...me había dado que lo único que pensaba era...en la navidad. Así que dejé de pelearme con papá noel y logré sentirme un poco mejor. Pero seguía triste.

Y mientras le contaba esto a la psicóloga...ella me miraba. Y mientras yo le resumía mis peleas con la navidad y la soledad...me hizo una pregunta muy interesante.

Me preguntó "que es bueno para ti?". Y esa pregunta frenó mi llanto y mis divagaciones. Me quedé en silencio...y pensé y pensé la respuesta.

Y pasado un tiempo contesté "no tengo ni idea en general. Pero en particular sé que yo, quisiera estar en las fiestas con mi familia. Pero no llego para navidad porque termino radioterapia el 29".

Me dijo "pues vete a Argentina en cuanto termines la radioterapia. Llegarás para la noche vieja. Necesitas de los tuyos, ese día se termina tu tratamiento y comienza otra etapa de la enfermedad que son los chequeos trimestrales. Estando allí te recargarás de energía y volverás con las cosas más claras sobre tu futuro profesional y personal".

Durante días pensé que económicamente no es el mejor momento para viajar, pero que sería bueno para mi estas con los míos.

Y el próximo 30 de diciembre me voy a mi casa. Allí me encontraré con mi Buenos Aires querido, con los brazos de mi hermana, con los besos de mis sobrinos, con las comidas de mi madre, con las risas de mi amiga A...con los míos.

Y cuando compré el billete me di cuenta que eso era lo que era BUENO PARA MI.

Esto significa que esta semana tengo dos motivos para estar feliz, el próximo martes 29 de diciembre es mi último día de radioterapia. Y al día siguiente, me voy a casa.

Y estoy muy feliz!!!.

Les deseo a todos mucha SALUD.

No olviden disfrutar de cada momento, de cada sentimiento, de cada risa, de cada paso, de cada charla. Hay que disfrutar de la vida porque para eso nos la han dado.

Y una enfermedad no puede quitarnos esto, tenemos el derecho de vivir la vida y la obligación de disfrutarla en la medida que podamos.

FELIZ 2010!. Volveré a escribir a mi regreso!.


sábado, 28 de noviembre de 2009

Amelia y Petra

Muchas veces me he preguntado donde está la parte positiva de padecer/sufrir/luchar/tener cáncer.

Le he dado muchas vueltas a esto y he llegado a la conclusión que si esto tan duro ha llegado a mi vida, tiene que ser porque algo diametralmente opuesto, o sea /maravilloso/bueno/genial/etc. llegará en breve.

Y lentamente, creo que estoy aprendiendo a reconocer esas buenas cosas que van apareciendo en mi vida. Y tengo varios ejemplos.

Ahora, las cosas negativas, las relativizo. El martes me robaron el bolso en un restaurante. Cuando me di cuenta, mi primera reacción fue pensar en correr o hacer algo para recuperarlo porque creí haber visto al hombre que se lo llevó.

Pero me pregunté...que necesidad tengo yo de correr, de agobiarme, de preocuparme más allá de lo lógico?. Me contesté: NINGUNA.

Y no hice nada, y la preocupación por mis teléfonos, mis llaves, mi documentación, dinero, etc. me duró 1 hora.

Tuve suerte, unos amigos me cambiaron la cerradura de casa, otra amiga me dio un teléfono para que esté comunicada, y todo lentamente se fue colocando en el sitio correcto.

Me habían robado el bolso, nada más...y me preocupa mucho más curarme el cáncer que un bolso ridículo.

Lo que más me duele de esa pérdida MATERIAL es, una carta que me había escrito mi hermana cuando comenzó todo este proceso. Era una carta preciosa, en la que me decía que "no me soltaría de la mano" y nunca lo ha hecho, aún a la distancia...siento su mano sujetándome.

Además de aprender a intentar darle a las cosas el valor que tienen, estoy aprendiendo a valorar los momentos como lo que son...momentos y nada más. Y me gusta disfrutar de momentos con la gente que quiero, aunque no haya un objetivo a largo plazo. Hoy disfruto de momentos.

Pero el gran descubrimiento es la solidaridad de las mujeres que tienen cáncer...con las otras, que también están en la misma situación.

Actualmente estoy recibiendo radioterapia. La llevo 16 sesiones y me quedan 18 digamos que estoy, a la mitad del tratamiento.

El primer día que llegué al hospital estaba muy asustada. Todo el mundo me decía que si había pasado 6 meses de quimio...la radio se pasaría estupendamente. Pero yo tenía un poco de miedo.

En la pequeña salita con 10 sillones, estaban sentadas dos mujeres. Amelia y Petra.

Con el tiempo descubrí que Amelia, siempre va con su padre, y Petra, con su marido.

Amelia es más joven que yo, Petra es mayor.

En esa antesala de la radioterapia, casi siempre se repite la misma escena, yo llego sola y el 80% de los días, me encuentro con Petra y/o con Amelia.

Hay veces que yo llego y alguna de ella se va, pero cuando nos toca esperar un rato juntas, nos contamos como van nuestros tratamientos.

De las 3, yo soy la que he empezado más tarde. Y por turnos sabíamos que Amelia terminaría primero, luego Petra y luego yo.

El jueves yo entraba y Amelia salía...y le dije...mañana terminas!. Y me sonrío y me dijo Siiiiii.

Nos abrazamos y le dije...si mañana no te veo, te deseo lo mejor, que tengas mucha salud y que la próxima vez que nos veamos sea...tomando cañas.

Me sonrío y me dio dos besos.

Y el viernes, llegué y Amelia ya se había ido. Pregunté si ya había terminado y me dijeron que si...y yo me alegré muchísimo por ella. Me anima saber que ha terminado. Me tranquiliza ver que alguien termina algo de estos tratamientos que son tan largos y a veces, saben a infinitos.

Estoy contenta por Amelia.

Estoy contenta por todas las mujeres que superan esta enfermedad. Por todas las que, paso a paso van pasando etapas y siguen luchando para que esto no las venza.

Pero lo que más destaco de este montón de sentimientos, es la emoción que me produce saber que siempre, durante este largo proceso, me he encontrado con una mirada de ternura, con una sonrisa tranquilizadora o con una palabra de mujeres desconocidas.

Gracias a todas ellas, porque son solidarias, porque empatizan con todas, y porque pese a que están en su lucha particular siempre tienen una palabra de ánimo para otra.

Hay que seguir buscando cosas positivas. Y que Amelia haya terminado su tratamiento, es algo positivo y yo, me alegro por ella.

sábado, 24 de octubre de 2009

El tiempo...

Si fumar no fuese TAN malo, y yo no lo hubiera dejado el día que supe que tenía cáncer...ahora me fumaría un cigarrillo.

Pero no porque extrañe fumar...porque lo dejé a consciencia y por mi salud, sino porque tengo en la cabeza la imagen de la reflexión. Y no sé porque, la reflexión me la imagino así, fumando.

Hoy es un sábado entre gris y soleado. Y yo estoy triste porque mi hermana...que me ha acompañado este último tramo de la escalada al Everest (metáfora de las etapas del cáncer por las que voy pasando), ya se ha vuelto a Argentina.

Ese es su lugar y yo estoy contenta por ella, pero me falta.

Me he reído mucho con ella, he vuelto a ser niña a su lado por ejemplo cuando me obligaba en el hospital a tomarme ese caldo asqueroso que me dieron, o cuando yo no quería hacer algo y ella me convencía, con amor y con paciencia.

La he bautizado mi hermana-madre, porque eso es para mi. Tal vez porque mi madre está muy mayor y mi enfermedad la ha superado, entonces mi hermana ha ocupado ese lugar.

Creo que ciertos pensamientos de la sabia mente de mi madre de 79 años, se han escondido en algún lugar recóndito, para NO sentir el dolor que le produce que su hija menor, tenga cáncer.

Mi pobre mami, se olvida ya de muchas cosas, y cuando hablo con ella a veces, es como si olvidara que estoy enferma.

Que bueno para ella! Con tal que no se sienta mal por mi...yo acepto ese olvido, como parte de las trampas del cerebro.

Pero hoy es un día de reflexión.

Hace mucho que no escribo, no tenía muchas ganas, es raro lo que pasa cuando uno pasa etapas en esta enfermedad.

Cuando estaba en quimio, sabía que tenía que aguantar para llegar a la última.

Cuando llegué a la última...lloré mucho incluso más que durante el tratamiento. Es como si me hubiera armado de fortaleza, valor, y empuje para llegar hasta el 8º ciclo.

Y cuando por fin lo terminé (el 1 de septiembre) me desinflé y dejé de ser fuerte.

Lloré durante mucho tiempo y cambiaron las prioridades y las emociones. Apareció en mi el miedo. El primero...miedo a la cirugía.

Unos días antes de la operación, transité una etapa extraña que por suerte acompañó mi psicóloga del AECC.

Ella me repetía... "es normal que te sientas así, has cumplido un objetivo, ahora tienes otro".

Y la operación era otro objetivo diferente a la quimio. Me surgió el miedo a la muerte, miedo a no despertarme de la anestesia, miedo a que algo malo pudiera pasar, miedo...

La operación pasó, todo fue bien, me quitaron el tumor, me quitaron dos ganglios centinelas, uno dio negativo y el otro dudoso. Y vuelta a cambiar los objetivos.

Ahora el prioritario era, que el resultado de los ganglios fuera NEGATIVOS.

Al final, entre discusiones, comités médicos, etc, el resultado no está claro, pero tengo micrometástasis en uno...pero no me tienen que volver a operar ni me harán la linfadenectomía. Esto se soluciona con radioterapia.

Y ahora...vuelta a esperar para comenzar la radioterapia.

Y de tantos cambiar objetivos no me doy cuenta que el tiempo...ha pasado.

Desde hace una semana he dejado de usar los pañuelos que han acompañado a mi cabeza durante los últimos 6 meses y muestro al mundo mi poblada cabeza de pelo muy cortito, pero ya me muestro.

Y desde hace días he comenzado a maquillarme y ponerme pendientes (aritos como dice mi hermana). Y todo esto lo he hecho por ella, por mi hermana, para que no se fuera a Argentina con la imagen de su hermana con pañuelo, enferma de cáncer.

Aprendí de ella que tengo que mirar hacia adelante, a ser posible con un poquito de maquillaje y unos bonitos pendientes porque soy guapa -dicho por ella-, he superado una importante fase del cáncer y sigo aquí.

Me ha dicho que levante la cabeza, que muestre que me estoy recuperando, que mi cabeza es muy bonita y que no tengo las orejas grandes como yo creía.

Y por ella en eso estoy. Mis pañuelos están archivados y ha pasado el tiempo.

Pero no me reconozco en ese tiempo pasado. No me puedo creer aún que yo haya tenido o tenga (todavía no sé como decirlo) cáncer. No puedo creerme que haya pasado tanto dolor físico (pinchazos, pruebas, etc.), ni que haya pasado 8 ciclos de quimioterapia.

No puedo creer que me hayan operado, que yo tenga dos cicatrices que están cerrando en mi cuerpo.

Me cuesta verme a mi, habiendo pasado todo eso. Me cuesta, escuchar de médicos, amigos y familia, que yo soy fuerte.

Porque en el fondo de mi estoy aterrada. No es lo que muestro, no es lo que digo, no es ni siquiera lo que aparento, pero cuando me encuentro con mi almohada por las noches, no puedo creer que este tiempo me haya tocado a mi.

Y lloro, y vuelvo a llorar y llevo tiempo llorando. Pero luego, como si tuviera un resorte, vuelvo a levantarme y a sonreír. Es como una parte de mi estuviera destrozada y la otra estuviera loca por vivir.

Decir que ha sido el año más duro de mi vida me da miedo, porque es como decir, cual ha sido el amor más importante de mi vida.

Por lo general...siempre he dicho que el último porque los demás, ya los he olvidado. Pero con el cáncer...me da miedo decir que este año ha sido EL MAS DURO.

Ha sido un año para olvidar, pero cuando me enjugo las lágrimas recuerdo que tengo mucho que agradecer.

Lo primero, que estoy viva. Lo siguiente, que tengo una familia envidiable, que tengo pocos pero excelentes amigos. Que mi cuerpo me ha sorprendido a mi misma y ha aguantado como un jabato los envistes del tratamiento.

Y lo último, que tengo una oportunidad de vivir de otra manera, y que con los años, cuando mi cáncer esté curado podré y eso espero, mirar hacia atrás y reconocerme.

Y cuando me reconozca, entienda que esto sólo ha sido un mal período pero del que salí reforzada y con nuevos conocimientos que aplicar en mi nueva vida.

Hoy todavía no lo veo así. Pero con el tiempo lo veré, lo sé.

Porque el tiempo pone todo en su sitio.

martes, 1 de septiembre de 2009

Como esperando a los Reyes Magos...

Me cuesta hacer memoria. Y no me refiero a recordar lo que hice hace un par de semanas, sino...a lo que me pasó hace 47 años. Pero hoy lo he hecho.

Esta mañana, recordé el primer momento importante de mi vida. Importante y positivo.

Anoche me acosté temprano. No tenía mucho sueño, pero la pastilla para dormir más los 8 mg. de corticoides que tuve que tomar para prepararme para hoy, me dieron sueño.

Me acosté a las 01.00 hs. de la madrugada y no quiero imaginar que habrá pasado por mi cabeza durante esta noche, pero al despertarme (a las 07.00 hs.) abrí los ojos con una sensación especial.

Mi cuerpo estaba atravesado en la cama. No digo con esto que tenía la cabeza donde van los pies..que va!. Estaba atravesada perpendicularmente al colchón.

Además de esta extrañísima posición descubrí que las almohadas estaban en el suelo y la sábana que se suponía me taparía estaba enrollada en la cabecera.

Pese a lo ridículo de la situación, yo sonreí. Y miré el cielo por la ventana y vi que el día estaba gris. Pero yo, volví a sonreír.

Mi corazón palpitaba fuerte, estaba muy emocionada. Me acomodé en la cama "como corresponde" y vi como mi gato me daba los buenos días lamiéndome la mano.

Lo acaricié y le dije HOLA cariño.

Acto seguido, volví a mirar al cielo y dije...hoy es el ULTIMO DÍA.

Y recordé cuando tenía un año, y no podía dormir porque al día siguiente, llegaban los Reyes Magos. En cuanto abrí los ojos, miré la cama de mi madre y vi que estaba durmiendo. La desperté y le pregunté "habrán llegado los Reyes Magos?".

Mi madre sonrío y se levantó. Me cogió de la mano y abrió la puerta de la habitación para comprobar si realmente, ya habían pasado.

Cuando vi en la puerta un paquete grande, los cuencos del agua y el pasto vacíos me quedé petrificada.

En mi país se le ponen a los reyes magos:

* Tus zapatos
* Agua para los reyes
* Pasto para los camellos

El corazón se me salía de la boca, abracé con fuerza el paquete y me senté en el suelo. No quería abrirlo, quería abrazarlo porque deseaba que tal vez, dentro de el estuviera esa muñeca que hablaba y que tanto me gustaba.

Finalmente lo abrí y sí, allí estaba.

Pero el regalo hoy, 47 años después no es lo más importante. Lo mejor de todo fue levantarme con esa sensación de emoción, de felicidad, algo muy especial que no sé si puedo explicar.

Y esta mañana he sentido eso. Me he despertado sabiendo que hoy recibiría la ULTIMA QUIMIOTERAPIA.

Como dijo mi hermana...tengo que dar gracias. A la quimio porque me redujo el tumor, a los profesionales porque haberte tratado tan bien, a mi gente por acompañarme y apoyarme desde cerca y desde lejos, y a mi cuerpo por haber resistido. Y así lo hice.

Una vez recordado ese gran momento de los Reyes Magos, me levanté, me duché, me puse mi camiseta verde de la buena suerte y mi pañuelo verde hippie comprado en Argentina.

Repasé el bolso que tenía ya preparado desde la noche anterior con la carpeta rosa con los informes médicos, las medicinas, el libro, las gafas, el ipod...y el bocata de tortilla de patatas que pensaba comerme mientras esperaba las largas horas que...ya me conozco. Y salí de casa.

Llegué con mi amiga D al hospital y...rutina ya conocida.

Cuando me sacaban sangre le dije a Rosa, mi enfermera favorita que era MI ULTIMO DÍA.

Al terminar de sacarme sangre y dejarme la vía abierta para la quimio, se levantó, me abrazó, me dio dos besos y me dijo "que tengas mucha suerte".

Luego mi oncóloga me recibió con una sonrisa como siempre, hablamos de la operación, me revisó, le hice las mil quinientas preguntas habituales y ya sólo quedaba la quimio.

Yo tenía una sensación rara, era el último día que iba a estar en esa sala, llena de sillones verdes y de mucha gente "enchufada". Pero no podía estar contenta, había mucha gente que no estaba contenta y yo, en silencio, me solidaricé con ellos.

No me pareció correcto entrar con una sonrisa y decir ALA..QUE ES MI ULTIMO DÍA. Para muchos, era su primer día, lo vi en sus ojos, lo reconocí en sus lágrimas y en sus caras de pánico.

Por eso, intenté recibí mi último ciclo de quimio como si fuera uno más. Pero como pude le conté al enfermero que me conectó...que era mi última vez. Me sonrío, me hizo un par de chistes y así pasé la siguiente hora y media.

Cuando terminó, me fui. Llegué a casa y me acosté a dormir, pero no dormí mucho.

Y ahora estoy como cuando era pequeña, emocionada sin poder gritar a los cuatro vientos que llegaron los Reyes Magos...y que ya no volveré a recibir quimioterapia.

Quisiera gritar que ya pasado una etapa, que comienza otra, y la más dura ha quedado atrás.

Pero no puedo hacerlo, no sé porque, pero sí quería contarlo aquí. Tal vez sea porque yo soy... de alegrías retrasadas:-).

Ojalá todos los que estén pasando por esta etapa recuerden...en todo momento, que esto, se pasa. Y que el cáncer se cura. Y que la quimio, termina.

Y si yo, que nunca he estado enferma, jamás hospitalizada y soy hipocondríaca...he podido superarlo, todos pueden hacerlo.

Viva...hoy para mi han llegado otra vez, los Reyes Magos!!!.